Diez días de indolencia

Diez días de indolencia

Las familias llegaron al Zócalo de la Ciudad de México al anochecer del lunes 26 de febrero, al final de la marcha que marcó 113 meses desde que sus hijos fueron desaparecidos a manos del Estado mexicano. Esta vez vinieron para quedarse. Al caer la noche, levantaron los postes de una carpa blanca que los protegería mientras buscaban reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Así comenzó esta jornada de lucha del Comité de Madres y Padres de los 43, diez días de protestas en contra del “muro de la impunidad”: el incumplimiento por parte del presidente del decreto, firmado en sus primeros días de mandato, que afirmaba que encontraría a los 43 estudiantes desaparecidos de Escuela Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero.

Al día siguiente protestaron frente al Ministerio del Interior, y el miércoles encontraron a las familias frente al Senado. Reunidas en el portón de la calle Milán, junto a la entrada trasera del edificio, solicitaron audiencia con Ricardo Monreal, presidente de la junta de coordinación político, y Martha Micher Camarena, presidenta del comité de igualdad de género. Mientras esperaban una respuesta, las familias y las organizaciones reunidas compartieron la palabra. A ellos se unieron representantes de la comunidad otomí de Santiago Mexquititlán y de la CNTE, así como decenas de estudiantes actuales de Ayotzinapa y otras escuelas normales.

Dos hombres trajeados salieron por la puerta para conversar en susurros con los representantes de las familias. El Senado no los recibiría. Para finalizar la protesta, los estudiantes levantaron los puños al aire y cantaron “Venceremos”. Varios estudiantes destaparon botellas de pintura en aerosol roja y negra, pintaron lemas (“Nos faltan 43”, “Los queremos vivos”) en la banqueta y las instalaciones. Mientras los padres abordaban los autobuses de regreso al Zócalo, los estudiantes buscaban en sus mochilas petardos en tuberías de PVC. Una explosión rompió el cristal detrás de la puerta número cuatro, luego otra, luego otra.

Solidaridad y coraje

De regreso al Zócalo, los normalistas descansaron sobre colchonetas en la sombra de las carpas. Unos jóvenes pintaron una tira de papel de estraza para hacer una pancarta con sus exigencias: entregar los 800 expedientes militares que faltaban en la investigación anterior. Continuar todas las líneas de investigación. Extraditar a Tomás Zerón de Lucio, el exfuncionario de la Agencia de Investigación Criminal que orquestó el encubrimiento de la desaparición de 43 y ahora se encuentra refugiado en Israel. El regreso del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, quienes abandonaron México luego de determinar que militares estaban obstruyendo la investigación. Castigo a los responsables del crimen.

Unas cuantas docenas de simpatizantes se unieron a las familias en el Zócalo para una velada cultural en apoyo a su lucha. El dúo de rap La Otra Rima y el artista de reggae Amenic interpretaron su música a través de dos parlantes conectados a una camioneta. Al otro lado de la plaza, trabajadores instalaron los equipos para el lanzamiento de campaña de Claudia Sheinbaum. De vez en cuando, la música electrónica retumbaba desde el escenario masivo, ahogando brevemente la protesta de los músicos.

Entre actos, tomó el micrófono Don Clemente Rodríguez, padre de Christian Rodríguez Telumbre. "No somos los mismos que cuando empezamos", dijo a la pequeña multitud apiñada en la fría noche. "Ahora tenemos coraje“.

“El presidente se enoja cuando lo comparamos con el gobierno de Enrique Peña Nieto”, agregó, “pero son lo mismo”.

Puertas cerradas

La protesta del jueves comenzó poco después de las 10 de la mañana en la entrada trasera de la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde los familiares exigieron una reunión con la secretaria Alicia Bárcena. Aunque originalmente las familias habían planeado regresar a Guerrero al día siguiente, anunciaron que mantendrían la protesta en el Zócalo hasta recibir una respuesta del estado.

“Ni siquiera estamos pidiendo una reunión inmediata, sólo que el presidente nos dé una fecha”, dijo Vidulfo Rosales, abogado de los padres, del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan en Guerrero. “Este gobierno, porque sienten el triunfo electoral en las manos, tiene la prepotencia de mirar con desprecio a las víctmas. Están seguros de su triunfo electoral, qué les importa los 43?”

Nuevamente la multitud de normalistas levantó sus pancartas pintadas de colores brillantes; nuevamente las familias reiteraron sus demandas. Destacaron la extradición tanto de Tomás Zerón como de José Ulises Bernabé, ex jefe de la barandilla municipal de Iguala. Hay evidencia de que Bernabé retuvo a 17 de los 43 estudiantes desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala. Actualmente se encuentra en Estados Unidos, donde le concedieron asilo político.

A las 13.10 horas, los representantes de las familias anunciaron que la Secretaría no los recibiría. Mientras sonaba "Venceremos" en la calle estrecha, los normalistas nuevamente sacaron pintura en aerosol y petardos. A medida que avanzaban los autobuses, una explosión tras otra sacudió la estrecha calle. El humo y el polvo llenaron el aire. Unas 15 detonaciones después, los estudiantes y los padres se esfumaron.

Silencio desde el templete 

Cuando los partidarios de Claudia Sheinbaum comenzaron a llegar al Zócalo el viernes temprano, aún se percibía el olor a la leña de la fogata donde las madres preparaban el desayuno. Los normalistas acordonaron el área alrededor del plantón. Poco antes de la una de la tarde, algunos de ellos saltaron las barreras metálicas afuera del Palacio Nacional y escalaron las ventanas. Colgaron una pancarta pintada a mano: “exigimos diálogo con el presidente”.

Los padres observaron a la multitud desde la sombra bajo las carpas. Una fila de políticos subió al templete, entre ellos el ex titular de la Agencia de Investigación Criminal Omar García Harfuch, quien jugó un papel en la construcción de la "verdad histórica" del caso Ayotzinapa, ahora miembro del equipo de campaña de Sheinbaum. Cuando el candidato presidencial subió al podio entre cálidos aplausos, las madres pelaron los chiles y los molieron para hacer una salsa. Sheinbaum enumeró sus propuestas políticas. Ni una sola vez mencionó a los desaparecidos. Las madres añadieron leña al fuego debajo de una olla tiznada.

Persistencia

El lunes las familias protestaron frente a la Sala de Instrucción de la Fiscalía. Una vez más se les negó una reunión. Los estudiantes se apoderaron de un camión y lo estrellaron contra la puerta, derribando la puerta de metal. El martes, noveno día de protestas, las familias y estudiantes llegaron al Antimonumento de los 43, en el cruce de las avenidas Reforma, Bucareli y Juárez, alrededor del mediodía. Sus cinco autobuses bloquearon las entradas a la glorieta, cerrando tres de las vías más importantes del centro de la ciudad. Los estudiantes pintaron con aerosol un camión de reparto de refrescos. Durante tres horas, debajo el sol calcinante, las familias reiteraron sus exigencias: una reunión con el presidente. Extradición de Tomás Zerón. Los 800 folios. Justicia.

Al décimo día, los manifestantes intentaron derribar el muro de impunidad que habían llegado a enfrentar: durante la conferencia de prensa matutina del presidente, los normalistas embistieron con un camión la puerta del Palacio Nacional. El presidente dijo que se reuniría con las familias dentro de 20 días. Esa tarde las familias partieron de regreso a Guerrero.